En Ramales de la Victoria puede visitar dos cavidades: La Cullalvera y Covalanas.
La cueva de Covalanas es popularmente conocida como la cueva de las ciervas rojas. Se localiza en la ladera noreste del Monte Pando, encima de la cavidad de El Mirón. Esta última, utilizada como lugar de habitación durante, al menos, los últimos 45.000 años.
Fue descubierta en 1903 por el padre Lorenzo Sierra, en colaboración con Hermilio Alcalde del Río, dos figuras claves de la investigación arqueológica en Cantabria. Su descubrimiento se enmarca dentro de los orígenes de la ciencia prehistórica y más en concreto del arte paleolítico, al ser la segunda cavidad con arte paleolítico descubierta en toda la Cornisa cantábrica tras Altamira (en 1879).
Es una cueva de reducidas dimensiones que presenta dos galerías que comparten una zona de abrigo exterior, aparentemente no utilizado como espacio de hábitat. Una de sus galerías, situada a la derecha del abrigo, alberga pinturas rupestres paleolíticas.
Tras rebasar dos pequeñas series de puntos aparecen, a unos 65 metros de la entrada, las primeras formas de animales. Avanzando a partir de este punto, las figuras rojas se suceden a mano derecha e izquierda por la galería principal y dentro de un pequeño divertículo. Un total de dieciocho ciervas, un ciervo, un caballo, un uro, una posible figura de tipo híbrido y tres signos rectangulares, además de pequeños puntos y líneas que se disponen en frisos. A partir de los 90 metros, y ya en espacios de reducidas dimensiones, el número de figuras se reduce drásticamente, tan sólo una figura completa de animal que contrasta con los numerosos puntos y las líneas, dispersas por todas las paredes de este sector.
Predomina el trazado mediante contorno punteado, realizado con los dedos. Esta modalidad técnica es muy característica de algunas cuevas que se localizan entre la cuenca del río Nervión (Vizcaya) y el río Sella (Asturias), registrándose la mayor concentración en torno a la cuenca del río Asón, si bien destacan conjuntos como El Pendo o La Pasiega. Esta distribución evidencia la existencia de grupos humanos con fuertes vínculos gráficos entre los diferentes valles, un ejemplo de redes y contactos sociales.
Su cronología, difícil de fijar de manera absoluta, parece situarse en una fase antigua, en torno a los 20.000 a.C.
La frescura del color rojo, el tamaño grande de los motivos, el trazado punteado del contorno animal y la concentración de la mayor parte de las figuras en un área bien delimitada, envuelven al visitante en un entorno de misterio y acogimiento. Entrando en la cueva y en la penumbra de la misma, parece que las figuras cobran vida como si quisieran escapar de la roca. Se ha llegado a indicar que este rebaño rojizo, inquieto en las sombras, ha sido testigo milenario de la vida de la Humanidad.
Se localiza en el término municipal de Ramales de la Victoria (Cantabria), en una zona de calizas urgonianas del Cretácico Inferior. Se sitúa en el tramo bajo del valle de río Asón, en la margen derecha del valle formado por el río Calera, en la ladera NE del monte Pando o Haza y en las afueras del núcleo de población de Ramales de la Victoria.
Se encuentra a unos 320 m.s.n.m. El entorno paisajístico de la cavidad se caracteriza por relieves escarpados, montañas altas y zonas de valle encajonadas y profundas.
La cueva de Covalanas o de Las Herramientas se estructura en dos galerías que comparten una entrada a modo de pequeño portalón desde el que se visualizan los valles de los ríos Calera y Gándara y parte de la Sierra de Hornijo, con el Pico San Vicente como accidente montañoso más destacado.
Tras la zona de entrada, orientada al SW, la cavidad se bifurca dando acceso a mano izquierda a la Galería de la Música y a la derecha a la Galería de las Pinturas.
La Galería de las Pinturas, en la que se concentra la casi práctica totalidad del dispositivo iconográfico, presenta un recorrido principalmente rectilíneo y monótono de unos 110 m, destacando la parte final por su carácter laberíntico y estrecho con gateras y tubos.
La Galería de la Música presenta un desarrollo de unos 85 m. Es un sector, especialmente la parte final y en menor medida la inicial, con bastantes formaciones de espeleotemas repartidos por suelos, paredes y techo.
El 11 de septiembre de 1903 Hermilio Alcalde del Río y Lorenzo Sierra descubren la cueva de Covalanas. En las escuetas primeras referencias se señala la existencia de yacimiento en la entrada que, a partir de las recogidas en superficie y calicatas de algunas piezas de sílex y fragmentos cerámicos, se caracterizó de “poca importancia”.
Hacia mediados de la década de 1950 los trabajos de acondicionamiento de la cavidad para las visitas turísticas implicaron el vaciado del sector de entrada y de las zonas iniciales de ambas galerías, habiéndose recogido en aquella actuación un pequeño lote de materiales líticos poco significativos.
Numerosas han sido las referencias en relación con el grafismo parietal, habiéndose dedicado cuatro estudios monográficos:
a) en 1911 H. Alcalde del Río, H. Breuil y L. Sierra escriben un capítulo monográfico en su obra Les Cavernes de la Région Cantabrique (Espagne);
b) en 1990 y 1991 A. Moure, C. González Sainz y M. R. González Morales publican un libro, juntamente con la vecina cavidad de La Haza, valorando el fenómeno gráfico de ambas cavidades en el contexto del arte cantábrico;
c) en 2003 M. García Diez y J. Eguizabal publican una nueva obra monográfica, valorando los motivos de Covalanas en relación con la problemática de reconstrucción territorial y social de las figuras de contorno punteado.
Previo a la descripción del componente temático del Paleolítico superior (36.000-9.000 a.C.), debe indicarse que entre los 25 y 55 m de la Galería de las Pinturas (y en algunos sectores de la Galería de la Música) existen numerosas marcas negras que algunos autores las interpretaron como manifestaciones de arte esquemático-abstracto correspondientes al ciclo final de la Prehistoria post-paleolítica (2.000-0 a.C.).
El trabajo de Y. Díaz concluyó que este tipo de marcas pueden tener una explicación muy variada (de reavivamiento de teas, marcas de paso, roces involuntarios de las fuentes de iluminación, etc.) y una cronología dilatada (correspondiente con los diversos momentos de frecuentación de la cavidad). En Covalanas se tomaron dos muestras de carbón y se analizaron por AMS carbono 14. Los resultados, 640±40 BP y 880±40 años antes del presente, corresponden a la Baja Edad Media, momento en que la cueva pudo haberse utilizado como refugio.
También se documentan entre los 25 y 55 m iniciales de la Galería de las Pinturas concentraciones de color violáceo que en algunos casos describen formas de puntos y una posible línea marcadamente sinuosa.
El dispositivo iconográfico paleolítico de Covalanas se compone de 51 elementos gráficos repartidos en 101 concentraciones de materia colorante, 18 ciervas, 2 équidos (uno de ellos probable), 1 ciervo, 1 uro, 1 figura indeterminada que puede ser descrita como híbrida, 4 formas rectangulares, 1 trapezoidal, 1 triangular, 1 romboidal, 4 líneas aisladas, 16 conjuntos de pequeñas líneas asociadas, 19 puntos aislados y 18 pequeños conjuntos de pequeños puntos.
En la Galería de la Música, y a unos 24 m de la entrada, se dibujó una línea sinuosa roja. Es la única representación de este sector.
Ya en la Galería de las Pinturas, en la pared izquierda y a unos 45 m respectivamente de la entrada, aparece una serie de dos pequeños puntos rojos y un conjunto de 7 pequeños puntos rojos respectivamente.
A partir de los 60 m la galería se estrecha y se suceden la mayor parte de las representaciones. Iniciando por la pared derecha se observa un panel, delimitado por una marcada concavidad del soporte, que contiene dos ciervas. La primera y de mayor tamaño está representada en formato completo y destaca de ella la configuración de las extremidades anteriores aprovechando el relieve saliente que dispone el soporte. La otra cierva es de menor tamaño y sólo representada por la cabeza y la línea cérvico-dorsal.
Unos pocos metros más adelante siguen apareciendo dibujos rojos. El primero de ellos es una cierva roja con la cabeza vuelta hacia atrás, con la región de la cabeza, el cuello, parte de la región anterior y la zona inguinal rellenos de color rojo aplicado a modo de puntos, con una banda central en el tronco y con un apéndice en la zona central del lomo que ha sido tradicionalmente interpretado como un elemento de caza.
Este animal se asocia estrechamente a las tres ciervas siguientes. La primera cierva dirige su cabeza hacia el mismo punto que la anterior en una posición de cuello estirado, lo mismo que la siguiente figura, trazada ahora sin la parte inferior del cuerpo. Por el contrario en la última cierva la posición de la cabeza es contraria a las tres anteriores y está parcialmente ejecutada. Estas últimas cuatro figuras están enmarcadas por unas fisuras del soporte que definen una superficie triangular, dando la sensación que el autor o autores concibieron su implantación dependiente del soporte, a modo de encuadre o “marco”.
A escasa distancia de la última cierva descrita hay una composición de una cierva y un ciervo rojos. El tipo de asociación, la orientación y la nivelación (siguiendo el plano que marca una de las líneas de fractura que delimita triangularmente a las cuatro ciervas anteriores) vinculan estrechamente ambas figuras.
Aproximadamente 1 m hacia el interior se dibujó, a la misma altura que las dos anteriores, una cierva incompleta. Bajo ella se encuentra la única figura de caballo a la que le faltan las extremidades anteriores. Destaca por el detalle anatómico que se le prestó a la región de la cara (ojo, margen orbitario, boca, barboquejo y pómulo), a la crin y a las extremidades posteriores (con cascos y cernejas), y por la expresión de movimiento que trasmite (la cola, las extremidades, la crin y la cabeza incitan a pensar que el animal se encuentra galopando).
Bajo la cola se pintó una pequeña forma rectangular e irregular, mientras que en relación con la cabeza se trazaron 4 ciervas incompletas. A una de ellas se asocia una línea rectilínea que pudiera internarse como elemento de caza.
Completa la pared derecha una forma rectangular con el interior relleno de color y diversas concentraciones de color y muy pequeños puntos y líneas.
Frente a las ciervas descritas al inicio, pero en la pared izquierda, hay nuevas figuras. Sobre la primera se ha discutido su asignación taxonómica. Unos autores la han descrito como ciervo, mientras que otros se han decantado por su consideración como reno o uro. Considerando las proporciones de la cara, de la zona del pecho y la forma de los cuernos debe definirse como uro, correspondiendo la línea de la cola y la nalga a aristas del soporte; a este respecto cabe indicar que el trazado de la línea cérvico-dorsal se adecua, de nuevo, a una arista del soporte, incidiendo en una sensación de volumen. Estos aprovechamientos de las formas naturales de la roca introducen sentido escultórico a la representación. Además, destaca la línea de los maseteros, un despiece en el tronco que diferencia la región del tronco y del cuello, y una doble línea de vientre, elementos que transmiten la masividad y corporeidad del animal. A este uro se asocian una serie de cuatro puntos bajo el vientre y un punto en la región de la boca.
A la izquierda del uro se dibujaron, una encima de otra, dos ciervas completas. Por debajo de ambas se trazó una figura que presenta caracteres que pueden vincularse a una cierva, a un bóvido o incluso a una representación humana. Es difícil decantarse por una u otra hipótesis, pero su lectura apunta a considerar una composición híbrida de animal y humano. En relación con estas últimas figuras hay siete concentraciones de color y dos pequeños puntos.
A unos 70 m de la entrada y a la izquierda de la galería principal hay un divertículo que presenta una repisa elevada unos 110 cm. del suelo desde la que se dibujaron algunas figuras. En la pared derecha de este espacio lateral se dibujaron dos ciervas afrontadas; ambas presentan un despiece en la zona escapular. Por detrás de esta cierva se dibujaron dos estructuras rectangulares con el interior relleno de color y una serie de dos pequeños trazos pareados. En esa misma pared se han identificado concentraciones de color, un trazo y una asociación de cuatro pequeños puntos, todo ello en rojo.
Frente a las ciervas anteriores, pero en la pared izquierda, se dibujó una cierva sin extremidades posteriores, con banda de despiece escapular y una línea de despiece entre la región de la cabeza y el tronco. En esa misma pared, pero hacia dentro del divertículo (en dirección hacia la entrada), se dibujó en rojo una estructura geométrica con trazo longitudinal interno que divide el motivo en dos, una forma triangular tipo vulva, una probable cabeza de cierva, dos líneas rectilíneas paralelas y diversas concentraciones de materia colorante y puntos muy pequeños. Por último en la parte final del divertículo, que conecta con el uro y con la figura descrita como híbrida, se han documentado 3 concentraciones y un punto.
A unos 85 m de la entrada, a mano derecha de lo que constituiría el inicio de la parte final de la galería y en un pequeño entrante de la pared situado a ras de suelo, se han observado tres concentraciones de materia colorante, una pequeña línea y un pequeño punto.
A la misma altura del recorrido, pero en una pequeña sala oval situada a mano izquierda del eje principal, se dibujó una parcial representación zoomorfa que pudiera corresponder al perfil de un équido.
A partir de este punto los espacios se van estrechando y progresivamente, por el ramal derecho del eje de la galería y en una y otra pared, se documentan diversas concentraciones de color, un punto y una pequeña forma lineal.
Ya en la parte final de la cavidad, y traspasada una pequeña angostura, hay un espacio que en su parte izquierda es un tubo. En la pared derecha se documenta una pequeña forma romboidal y diversas concentraciones de color, pequeños puntos y una pequeña forma lineal. En la pared izquierda hay concentraciones de color, pequeños trazos lineales y, ya propiamente en el espacio interior -bóveda y paredes- del estrecho tubo, concentraciones de color y pequeños puntos. La morfología del soporte y la presencia de pequeños puntos llevan a interpretar el conjunto como forma de vulva.
La opinión de los investigadores sobre la cronológica del arte rupestre de Covalanas no ha sido unívoca, si bien la mayor parte se ha centrado en situar la realización de los dibujos entre un momento final del Solutrense (en torno al 16.000 a.C.) y los inicios del Magdaleniense (15.000-13.000 a.C.).
Las superposiciones existentes entre pinturas y grabados y figuras rojas muy similares en su estilo a las de Covalanas en las cavidades de Llonín, galería B de la Pasiega y Castillo aseguran una datación anterior o contemporánea al Magdaleniense antiguo o estilo IV antiguo (en torno al 14.000 a.C.). Por otro lado el estudio de la cueva de Llonín, con alguna figura similar a las de Covalanas, lleva a apuntar la posibilidad de referir las figuras rojas a un momento del Gravetiense final (en torno al 21.000 a.C.) o Solutrense superior (en torno al 16.000 a.C.). Por último las dataciones obtenidas por termoluminiscencia asociadas a figuras rojas de contorno punteado de la cueva de Pondra apuntan a la datación de estas figuras en un margen temporal amplio que va desde el 31.000 al 18.000 a.C, lo que desecharía cualquier hipótesis referible al Magdaleniense y a momentos finales del Solutrense.
Las figuras de contorno punteado de color rojo de Covalanas se asocian a una tradición gráfica que se distribuye por el área oriental y central de la región cantábrica, desde la cuenca del río Nervión a la cuenca del Sella, pasado por la del Asón, Miera, Pas, Deva y Sella. De E a W se observa una disminución del número de motivos y conjuntos, concentrándose la mayor parte de los efectivos en torno al río Asón. Los conjuntos que presentan este tipo de figuras son: Arenaza, La Haza, Arco B, Pondra, Pendo, Llonín, Castillo, Pasiega, Tito Bustillo y Salitre. La similitud técnica, así como la existencia de vínculos formales y estilísticos, aboga por la existencia de un grupo gráfico centrado en torno a un territorio, cuyas vinculaciones muy probablemente se extienden más allá de la esfera artística e implican ámbitos sociales de organización y relación.
Del mismo modo hay figuras, en las mismas u otras cavidades, de trazo lineal ancho cuyos caracteres estilísticos se vinculan estrechamente a las de contorno punteado, por ejemplo en La Garma, Castillo, Arco A, Arco B, Altamira y Pondra. Este hecho, y el que algunas figuras compartan trazado mediante ambas modalidades, aboga por una carácter de sincronismo entre ambas modalidades técnicas, lo que incidiría en una estrecha vinculación social entre los grupos que practicaron estos tipos de grafías.
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